domingo, 29 de abril de 2012

GRUPO DE ESTUDIO Y LECTURA PSICOANÁLISIS

CAPÍTULO XII LA TRANSFERENCIA EN PRESENTE 

Lacan nos introduce en este capítulo con la influencia socrática en la cuestión del amor, hasta el cristianismo y si tomó partir del Banquete es porque en él hay en cuanto al resorte del amor se plantea algo radical. Ya nos ha señalado en la declaración de Alcibiades el tema del agalma, del objeto escondido en el interior del sujeto Sócrates; digamos que es por el agalma, que el analista sabe que no tiene y aún sabiéndolo acepta que se le atribuya, que es colocado en posición de sujeto supuesto saber y de objeto amado. El objeto causa del deseo es lo fundamental de la posición del deseo. Nombra ahora el grafo del deseo con el desdoblamiento fundador de dos cadenas significantes dado que el sujeto se define en su articulación significante, la existencia de la cadena significante inconsciente emana de la única posición del sujeto en tanto que determinado como sujeto por el hecho de que es soporte del significante, cadena constitutiva pues del sujeto que habla. El deseo se presenta entonces en esa metonimia diacrónica determinada por la cadena significante, es decir por un deslizamiento indefinido de los significantes por la continuidad de la cadena, todos los elementos asociados a la cadena serán equivalentes unos de otros. Así un elemento puede representar el término de la enunciación subjetiva, el objeto al que el sujeto se dirige o también la acción misma del sujeto. Algo que venga a ser relevante, objeto privilegiado, que pare el deslizamiento, puede en relación al sujeto tomar el valor esencial de su fantasma fundamental, sujeto fijado y objeto a, identificado así el sujeto en el fantasma, el deseo puede ser enunciado como deseo del gran Otro. Este gran Otro es el lugar de la palabra, lugar siempre evocado desde que hay palabra, del sujeto que habla y que está en posición de tercero cuando el sujeto habla al otro (a). Por tanto es de la petición dirigida al Otro, de lo que puede darnos de lo que tiene para respondernos, que se relaciona el amor. Cómo ligar el Otro a quien dirigimos la dema, nda de amor con el nacimiento del deseo, pues se trata de algo que cae y que es de la naturaleza del objeto, en el deseo no se trata de un sujeto sino de un objeto. Es el mandamiento del amor, hacer del objeto que nos designa, algo que primero es un objeto y segundo un objeto ante el cual desfallecemos y desaparecemos como sujeto. Es la depreciación del sujeto en el enamoramiento y la revalorización del objeto, su sobrevaloración que ha de salvar nuestra dignidad de sujeto, es decir hacer de nosotros otra cosa que un sujeto sometido al deslizamiento indefinido del significante.

sábado, 28 de abril de 2012

LOS DIENTES


Los dientes, mis dientes
                                             Se fueron a cualquier sitio
                                               En mi boca entonces el vacío
                                               Oscuro agujero a ninguna parte
                                              Únicamente su borde limita
                                               Esa nada de entrada palpitante

Mis dientes, los dientes
                                         Entre ellos va sujeta la memoria
                                          Para agarrarse a la vida

                                        Tenerte entre los dientes
                                                                Morder entonces sin piedad
                                                                                                      Erección mortífera de vitalidad

Porque eran míos, mis dientes
Porque yo era en ellos
Es que muero algo al perderlos







Sólo los muertos quedan

 

EL DOLOR DEL DESEO



Del amor y del deseo

No sé, no sé
Duele que no sea tu deseo
¡Qué mayor prueba de amor!
Venir en contra del deseo
Y no a su encuentro
Hacer de lo ajeno lo propio
¡Qué mayor prueba de desamor!
Convertir lo propio en ajeno
Condenado a retornar
Como piedra lapidaría
Como deseos hechos lastres
Pesos muertos apropiados
Y recuerdos enajenados
¡Qué mayor prueba de amor!
Sino venir a su encuentro
Aún sabiendo de su desengaño
De sus promesas sin cobijo
De sus palabras sin tálamo
No sé, no sé
Ven y ofréceme tu engaño.