AMOR Y DESAMOR


En el desamor el sujeto está en la posición pasiva de no ser amado, y siente que no es eso que le hacía ser digno de ser amado por el otro.
Estamos en la dimensión imaginaria del amor, esa imagen ideal del yo que uno cree encontrar en el otro del amor. 
 
El amor para el ser humano, como ser hablante sujetado a la palabra, es básico y primario. Cuando el bebé rechaza el pecho, o se niega a comer,  está afirmando una subjetividad, se hace existir como sujeto, y cuando la madre se dirige a él y le habla su subjetividad es reconocida por esa otra, la de la madre, este reconocimiento es amor, este reconocimiento inter-subjetivo, es pues el amor primero. 
 
La subjetividad que se afirma rechazando y negando la pulsionalidad materna, viene del acto del sujeto que supone una separación de esa pulsionalidad, y correlativamente a la separación aparece el amor materno que nos liga y nos apega a lo materno a lo largo de la existencia. Por eso decimos que es un amor potente y duradero.
También la culpabilidad hace su aparición y se enraíza en el sujeto por haber éste rechazado los objetos pulsionales, como el pecho, por haberse negado a la pulsionalidad que no se satisface nunca.
Por amor entramos en la lengua materna en correspondencia al reconocimiento de nuestra subjetividad por la madre, el amor empuja a la entrada en el significante, conduce a la palabra y a la toma de los significantes del Otro.
Podemos decir que el amor se configura entre un gran Otro pulsional y ese sujeto femenino, esa mujer que es la madre. El amor subjetiva la pulsionalidad, esta subjetivación hace que la pulsión que empuja por ejemplo a devorar al otro, se traduzca en un besar.
El amor del padre hace su entrada, y aunque impersonal en un inicio hacia un padre inventado que nos salva de los monstruos, prende luego en la persona del padre, y después de haberlo eliminado fantasmáticamente, que es la manera de librarse de la figura paterna seductora y por ello peligrosa, el amor se presentará como un profundo reconocimiento por la figura del padre y vendrá a recubrir la culpa por ese deseo parricida.
 
El opuesto del amor es el odio, es por la ambivalencia que el odio sigue al amor, como si fuera su sombra. Freud decía con respecto al odio “que no proviene de la vida sexual sino de la lucha del Yo por afirmarse”, sirve para individualizarse, diferenciarse y afirmarse. El odio se dirige al que nos aliena, al hermano, al prójimo, al otro del amor mismo, a ese otro que podría ser yo, contra ese otro yo, el doble, es decir se dirige contra la alteridad subjetiva estructural.
En el odio de lo que se trata es del deseo del sujeto, no del deseo del Otro, por eso implica esa posición activa del deseo de afirmarse, escapando de la posición pasiva que implica objetivación, la de ser algo para el Otro. El odio se canalizará también contra el padre, es el odio del fantasma parricida que permite ocupar su lugar y coger su nombre. 
 
Lacan dejo pronto el término ambivalencia y creó el neologismo odionamoramiento. Es decir nada podemos saber del amor sin el odio. Lacan hace un juego de palabras homófono entre “menos él odia” y “menos él es” que en francés es “moins il hait” y “moins il est”, es decir que suenan igual, aunque su sentido es distinto, pero recordamos aquí la relación del odio al ser.
Posteriormente unirá al amor y al odio, la ignorancia, como tres camaradas que siempre van juntos y forman el ternario de las pasiones del ser, entendamos también pasión de ser… esto o lo otro para complacer.
Lo importante es recordar que los tres están ligados al ser, no al tener, pero al ser en su propia falta, su falta-en-ser evocada, en la demanda de amor con el llamado al otro para colmar esa falta, en el odio que viene a negar el ser del otro y en la ignorancia, de lo que se ignora de ello en la propia petición. El que ama puede saber que ama pero no sabe qué es lo que ama. 
 
Por ejemplo, querer a toda costa obtener el amor es inútil, no se obtiene sino que además el que así se empeña puede volverse odioso. El odio responde al exceso de amor ya que este exceso provoca un rechazo, una negación violenta para evitar el ahogamiento y preservar el deseo. Por ejemplo podemos decir que la anorexia es haber sido cebado por un exceso de amor. Pero quien ama en exceso tampoco sabe lo que implica este exceso de forzamiento, la ofensa que supone, luego hay ignorancia en el sitio del amor. 

 En La obra  "El mercader de Venecia", podemos encontrar también el amor, el desamor y el odio, el amor de las mujeres y el amor paterno.

Recordar que en esta obra tenemos a Shylock, podríamos decir que es el malo, es el judío prestamista, el usurero, que se ha visto insultado por los caballeros cristianos, tiene una hija, Jessica, enamorada de un joven cristiano, que planea su fuga de la casa del padre llevándose las joyas, para reunirse con su amado.
Luego está Antonio un caballero cristiano en buena posición, propietario de los barcos que hacen las rutas del comercio, éste tiene un joven protegido Bassanio quien está enamorado de una bella joven, Porcia, que a la muerte del padre y según su voluntad, se desposará con el caballero que haya acertado con la caja verdadera.
Bassanio necesita dinero para presentarse de la buena manera a optar por la caja que le hará merecedor de la bella Porcia, dinero que le pide a su protector Antonio, quien teniendo invertido su capital en el comercio de sus barcos no tiene la suma que se requeriría, por eso es que le propone le pida el dinero prestado a Shylock que luego Antonio le devolverá con los intereses añadidos.
Shylock aprovecha la ocasión de tener a Antonio en sus garras, pues fue humillado por él, y decide conceder el préstamo pero exigiendo una condición particular, que si no le es devuelto según los términos acordados, se lo cobrará cortando él mismo una libra de carne de la zona junto al corazón de Antonio. 
 
El primer drama ocurre para Shylock mientras firman el contrato del préstamo, lo descubre al volver a la casa, que él dejó cerrada a cal y canto dejando a buen recaudo su fortuna y su hija, descubre que su hija se ha fugado con el cristiano.
Shylock grita su dolor “mi hija, mis ducados”, “mi hija huida con un cristiano, mis ducados cristianos”, ambas cosas al mismo nivel, “que se encuentre a mi hija, lleva encima las joyas y los ducados”, es difícil no pensar en esta frase que encontrar a la hija importa en la medida que supone recuperar su riqueza, tan bien ganada, pero todavía más darse cuenta que la hija está investida con el mismo valor de su riqueza, la hija es también su valioso tesoro, de la cual ha sido tan celoso como de sus bienes. 
 
Por el odio que le profesa culpa a Antonio de haberle robado ambas cosas, de haberle quitado su dignidad, este señor cristiano que se cree mejor que él, el judío. Si ya era objeto de su odio ahora sólo su venganza podrá venir a resarcirle.
 
Mientras Bassanio está ausente celebrando el amor recíproco con Porcia, a Antonio le golpea la fatalidad, sus barcos han naufragado, es la ruina, Shylock exige el cobro de la deuda, la libra de carne, habrá un juicio con la máxima autoridad, el Duque. Shylock está exultante, la ley le ampara ya que implacable se cobrará su libra de carne de Antonio.
 
De este personaje se nos muestra la codicia y la usura, la necesidad de atesorar, de tener, como si ese tener pudiera elevar su estatus, pudiera compensar la discriminación y la infravaloración ante los cristianos, y también le fuera a dar el orgullo y la dignidad de su identidad de judío. Aunque parecería que se trata de tener, la cuestión planteada para él es la del ser, atesorar para ser. Que es de lo que también se trata en su odio hacía Antonio, al otro que aliena, al otro yo que no es él; del odio dice “¿odia algún hombre lo que no mataría?”.
Es un hombre que no ama, de eso le acusa Bessanio de no amar, incluso guarda posesivamente a la hija como si fuera un bien. A este personaje el subtítulo de la jornada le viene como anillo al dedo, “las pasiones le arrastran”, el odio que le llevará a su propia trampa destructiva y la ignorancia, el no saber qué odia, qué es el amor, qué es un padre y qué el amor del padre, que le arrastra hacia el traumatismo objetivo del juicio. Él nada sabe, él se engaña creyendo que su infortunio, su humillación, el desprecio sufrido es por su identidad de judío, y que su venganza es legítima porque es la manera de honorar su identidad judía, él se esconde detrás de ella, se viste y arropa con ella, la ignorancia le empuja hacia su propio abismo y el peor de los terrores, no ser nada ni nadie.
 
En cambio Antonio es un amante, ama a Bassanio, ponerse en manos de Shylock el usurero aceptando las condiciones, el dar una libra de su propia carne, es la prueba de su amor, en las palabras de los amigos sobresale su amor paterno hacia Bassanio. Le escribe para comunicarle y pedir verle antes de morir, y realmente es una carta de amor, “si el amor no te persuade de venir que mi carta tampoco lo haga”, desea que Bessanio vea cómo el paga su deuda, es el amor el que le hace sostenerse en ese pago, en dar su pedazo de carne junto al corazón porque ama a Bessanio, y porque lo ama quiere dejarle como herencia el saber de que ha sido amado.
 
Y está también el amor de las mujeres, Porcia y Nerissa su doncella, quienes despliegan un amor activo, deciden intervenir en las cosas de los hombres, y en esa posición activa se trata de hacer con gran ingenio sufrir al usurero aquello mismo que él quiere hacer sufrir a Antonio, el amigo de sus amados.
Ellas se hacen pasar por un joven sabio doctor y su joven ayudante, se hacen pasar por lo que no son, se disfrazan, incluso podemos decir que engañan, para poder así apuntar a la verdad, y por medio de una cierta ficción teatral se logra hacer justicia. Y en ese papel las dos féminas disfrazadas de hombres, como dice Porcia “nos verán y creerán que estamos dotadas de lo que nos falta”, tomando la palabra  conducen y dirigen el proceso donde se dirime la cuestión. Verdadera posición activa de amantes la de la falta, que les permite estar en la vía de su deseo y al mismo tiempo simbolizar el poder del falo que no tienen.
Ambas mujeres pueden jugar con el engaño y el disfraz pues han aceptado la feminización pero hasta un cierto punto, pues aceptándola ellas no han renunciado a su masculinidad de origen. Y además han alejado el peligro del deseo del padre, se han desentendido de la seducción paterna gracias a un hombre que las libera del padre, pues el  amor por un hombre elimina el del padre, algo de esto se nos muestra en la obra una vez que Bassanio es el elegido por elegir acertadamente el cofre del tesoro, Porcia quien simultáneamente queda liberada del influjo paterno.  
Porcia en su papel del joven doctor da satisfacción al pedido de justicia de Shylock, la libra de carne tan cara y que es suya, el cumplimiento del contrato según los términos, y así a partir de este reclamo lo va conduciendo hasta la imposibilidad de cumplir con dichos términos, sólo la libra de carne, ni un gramo más ni menos y ni una sola gota de sangre, pues sobre la sangre nada se especificaba en el contrato, y lo lleva hasta el extremo de ser sujeto de la misma ley a la que apelaba y por la cual se encuentra condenado y sin ningún bien.

LA FUERZA DEL AMOR EXOGÁMICO: Gracias al fantasma parricida, un hombre ama a una mujer que le otorga un lugar equivalente al del padre, y una mujer ama a un hombre que viene a quitar de en medio a su propio padre.

ROSA NAVARRO
Reus 15 de mayo 2012
Intervención para la mesa del Amor y Desamor en la jornada: Shakespeare una lectura psicoanalítica.