martes, 29 de noviembre de 2011

EL VALOR DE LOS AFECTOS


Síntesis 

Se trata de situar el afecto en su valor y en su función. El afecto siempre está conectado a algo del orden significante, si como decía S. Freud lo que se reprime no es el afecto sino la representación intolerable a la que acompaña el afecto, entonces ese algo significante es del orden de lo reprimido, el afecto por tanto remite a lo que se reprimió. 

El afecto es no sólo la emoción sentida cuando nos afectamos, sino también el lugar del sujeto desde el cual se afecta de ese modo y no otro, es decir una determinada posición del sujeto respecto a lo reprimido. Y es el cuerpo quien responde afectivamente a los significantes.

El afecto es el testimonio de la represión y remite al saber inconsciente contradictorio, el S2, contradictorio significa que un término implica eso que lo contradice y anula, por eso no puede entenderse conscientemente, en la conciencia estaría solamente lo uno, o sino, lo otro, pero nunca uno y otro al mismo tiempo y en la misma relación lógica, es impensable. Es lo que pasa por ejemplo con la ambivalencia al padre, cuando estamos del lado de amar al padre por su función, está simultáneamente implicado el odio al padre  por su rivalidad. Todos los significantes de una serie asociativa provocan el mismo afecto, el amor por ejemplo, mientras que los significantes de la otra serie asociativa provocarán el mismo afecto, el odio. 
Así que cuando sobreviene un afecto inexplicable estamos seguros que nos señala la serie asociativa  significante o la parte escondida de la duplicidad del saber inconsciente. Por eso también podemos decir que el afecto da cuenta de la división del sujeto respecto a sí mismo.

El analista tiene en cuenta los afectos pero no se ocupa de ellos, el analista trabaja con las palabras del analizante, con el despliegue de su decir, con sus significantes, con su medio decir, con la escritura del saber inconsciente, que es lo mismo que decir con la literalidad de las formaciones del inconsciente, los lapsus, los sueños, las formaciones sintomáticas. 
El análisis es posible gracias a la transferencia, ella permite que cuando el analizante dice algo la parte inconsciente estará del lado del analista, quien encarnará con su presencia el significante reprimido. El analista si no hace obstáculo soportará la contradicción, sostendrá ambas caras o ambos polos del saber.

Cuando los afectos son inapropiados, exagerados o no adecuados a lo que sucede, entonces sabemos que el afecto corresponde no a la realidad objetiva, sino a lo reprimido. Es por ejemplo el caso de la fobia, donde el sujeto trata ce concretar afuera de él lo que le pasa, así en un animal, primero pasará por la angustia, después constituye el objeto fóbico, que pasa a ser un símbolo de lo traumático, pero también es una salida, pues permitirá hacer un trabajo de simbolización de algo que en principio es nada, que no tiene consistencia en sí mismo, para poder remitirlo a distintos significantes, según las escenas y fantasma en juego.

La angustia es el afecto primordial porque es correlativa a la propia existencia del sujeto, momento del trauma de separación y de división del sujeto. Nacemos por el determinismo del deseo de los padres, pero existimos porque nos separamos y por eso mismo nos angustiamos y por eso mismo deseamos. La angustia que siempre empuja hacia delante, nos hará entrar en un ciclo propio o estructural de la subjetividad, el ciclo maníaco-depresivo, en la euforia por la propia excitación de creer haber restañado la división al haber atrapado el objeto, es decir a sí mismo, en la tristeza o la pena del fracaso, de la imposibilidad de alcanzar el objeto, de caer en el agujero, de ser uno el objeto. El amor es un afecto conectado él mismo a la existencia del sujeto, rechazar y reprimir lo pulsional que es del orden de lo materno engendra culpa pero simultáneamente apego a aquel de quien uno se separa, es decir amor, amor a la madre, amor a los objetos maternos, un apego a lo materno, a su pulsionalidad que perdurará para siempre. 

21 noviembre de 2011

Texto completo en página "El valor de los afectos".


lunes, 21 de noviembre de 2011

GRUPO DE ESTUDIO Y LECTURA DEL SEMINARIO LA TRANSFERENCIA DE LACAN


SEMINARIO LA TRANSFERENCIA DE LACAN


III LA METÁFORA DEL AMOR
El problema del amor con su base que son las posiciones amante/amado, nos va a permitir saber qué ocurre en la transferencia.

Síntesis
Utiliza  la analogía del problema del amor y de la transferencia, para lo que se vale de los dos términos, activo, amante, y pasivo, amado. En esta analogía tanto la cuestión de un saber que no se sabe, el saber inconsciente, como la del estar sujeto a una falta, que es lo que indefectiblemente se encuentra el análisis, entran en juego en la discordancia entre ambos términos, pues eso que le falta a uno no es lo que el otro tiene y  le sirve para plantear la fórmula de la metáfora y por tanto de la significación del amor. El primer discurso es el de Fedro, quien presenta al amor como un dios, realidad del amor que se manifiesta y se revela en lo real, y en el que es interesante señalar la alta calificación en la que se le coloca, planteando la cuestión del sacrificio por amor, con los 3 personajes elegidos, Alcestis, Orfeo y Aquiles. Orfeo queda descartado pues no es capaz de morir por amor; mientras que los otros dos se particularizan y diferencia por sus posiciones, Alcestis, en la posición activa de amante, y Aquiles en la del amado y por esto mismo es más reveladora su elección, vengar a Patroclo, aun sabiendo que morirá.

 
IV LA PSICOLOGÍA DEL RICO

El objetivo es apuntar al objeto de amor, al ser del otro, sabiendo por eso que fallar sería el haberle faltado. En la cuestión del amor el otro no es un sujeto sino el objeto amado. Si nos interesa la metáfora del amor que es la sustitución del amado/amante, es porque siendo amado es nuestro propio amor lo que tenemos delante, y de repente al pasar a ser el amante entonces estamos en el lugar del que desea y como dice Lacan siempre es inexplicable que algo responda al deseo.

viernes, 4 de noviembre de 2011

TRINITARIO

Una madre enamorada de su hijo y despechada por no sentirse correspondida. Todo lo que el hijo hace viene a disgustarla porque porta la marca del rechazo. Además no entiende cómo es que le echa la culpa a ella.

Un padre que reconoce sentirse a gusto en el hogar cuando el hijo no está, y haber querido que el hijo se fuera para poder sentirse a gusto.
Y se culpa por ello, signo entonces de su amor.

Un hijo que dice haber tocado fondo y reconocer la oportunidad que le brindan sus padres, un hijo que admira al padre y que dice que su madre es otra cosa, control y reproche.


            
                MADRE ENAMORADA                 PADRE ANGUSTIADO
                Y DESPECHADA                        Y DECEPCIONADO


                                        HIJO QUE NO SABE
                                        EN QUÉ RECONOCERSE