domingo, 13 de mayo de 2012

SEMINARIO LA TRANSFERENCIA


NOTAS CAPÍTULOS XIII

SEMINARIO LA TRANSFERENCIA de J: LACAN

“CRITICA DE LA CONTRATRANSFERENCIA”

La pregunta ¿qué es lo que él quiere?, aún no formulándose, marca la posición del sujeto en el análisis y define el deseo como deseo del Otro; es la cuestión fundadora de la posición del analizante en relación al análisis.
Lacan va a desmontar el concepto de la contratransferencia ligado a la cuestión del inconsciente, que es lo que en ese momento se postula como lo nocivo de lo inconsciente no analizado del analista. En este sentido es que se llega a hablar de comunicación de inconscientes, algo no sólo problemático sino contradictorio pues por esa vía se llega a definir al analista ideal, como aquel a quien no le quedaría inconsciente sin analizar pero al mismo tiempo conservaría todavía buena parte de él para dicha comunicación.
No hay elucidación exhaustiva de lo inconsciente y hay un fondo inaccesible a la conciencia que es el fundamento de lo inconsciente. Como sólo a través del rodeo del gran Otro puede alcanzarse lo inconsciente, lo que hace necesario el análisis y por tanto inútil el autoanálisis. Es como inconsciente del Otro que se hace la experiencia de lo inconsciente. El obstáculo cuando se trata de lo inconsciente es el desconocimiento original del Yo, la captura imaginaria. Más o menos analizado no hace al analista inmune a las pasiones, siendo además que las tendencias sexuales son captadas por el resorte de la cadena significante que es la que constituye el sujeto del significante.
El analista esta poseído de un deseo más fuerte que el de tomar al paciente en sus brazos, es un deseo fundado en tanto que analista.
Lacan toma la cita de Freud del Banquete en el momento en que éste está interesado en el deseo de muerte ligado al amor, y cita él mismo a Sócrates, el deseo más fuerte de todos los deseos es el de muerte puesto que nadie ha vuelto desde allí, así que este es un punto de amarre para la cuestión del deseo del analista.
Retomando Freud y la repetición fundadora de la pulsión de muerte que empuja hacia el cero de lo inanimado, aún siendo metáfora es esta la marca de la cadena significante inconsciente en el sujeto que habla.
Trae en la partida del análisis que no es a dos, como en el bridge, la relación del analista a la muerte, juega con un muerto, sólo el analizante en ella tiene un partenaire, su propio yo, no así el analista, que sí ocupará una posición de gran Otro; el analista debe ayudar al sujeto a encontrar lo que hay en el juego de su partenaire, y como el analista no se complica la vida con un partenaire, es que dice que el i(a) del analista se comporta como un muerto.
Toma un artículo de un psicoanalista kleiniano para conducir la cuestión a que lo que se produce es efecto de la transferencia misma, si entendemos que desde el mismo momento en que hay transferencia, el analista está implicado en la posición de ser el que contiene el agalma, el objeto fundamental del que se trata en el análisis del sujeto, condicionado por esa relación de vacilación del sujeto que constituye el fantasma, instaura el lugar donde el sujeto puede fijarse como deseo. <Por lo tanto no se trata de contra transferencia sino de un efecto de la transferencia misma.
El criterio de la posición correcta del analista no es por que él comprenda o no. No es esencial que comprenda, sino que debe poner en duda lo que cree comprender y decirse que lo que busca alcanzar es en principio lo que no comprende. Solamente por el hecho de que el analista sabe lo que es el deseo, aunque no sabe lo que ese sujeto desea en análisis desea, que está en posición de tener el objeto de ese deseo.
Es en el inicio del análisis que el sujeto es introducido como digno de amor. Al fin y al cabo es para él que el analista está. Es el efecto manifiesto, pero es el efecto latente el que esta ligado a su insciencia de lo que es justamente el objeto de su deseo. Este objeto está ya en el Otro y por eso mismo, que lo sepa o no, es que él está constituido virtualmente como amante, de amado a amante, se cumple la significación del amor.

sábado, 12 de mayo de 2012

SEMINARIO LA TRANSFERENCIA


Continuación capítulo XII

Lacan dice que tomar el amor es una manera de introducirnos a la transferencia, y acto seguido habla de que se trata de articular la función del deseo no sólo en el analizante sino esencialmente en el analista.
Por otro lado nos recuerda que en última instancia la transferencia es el automatismo de repetición y retoma los puntos marcados por Freud en su descubrimiento:
  • Es un proceso espontáneo
  • Ligado a la presencia del pasado
  • Y es un fenómeno manejable por la interpretación
Es decir es permeable a la palabra, y está en posición de sostén de la palabra pero la palabra misma, por lo tanto la presencia del pasado es una presencia en acto.
Y puntúa que todo lo que sabemos de lo inconsciente, ya desde el inicio de los sueños, es que hay fenómenos psíquicos que se construyen para ser escuchados, por quién, justamente por el gran Otro, que está aunque uno no le sepa. Es por eso que la transferencia está ligada al hecho de que se manifiesta en la relación a alguien a quien se le habla.
En este punto retoma de nuevo la escena de la confesión de Alcibíades, primero indicando que se confiesa ante todos los otros, es decir ante el gran Otro, y confiesa su maniobra de seducción para hacer de Sócrates el objeto de su deseo, que es el objeto precioso, ese del cual Sócrates sólo es su envoltorio, y si pide que Sócrates le haga signo de su deseo es sólo para saber que el objeto está a su merced. El secreto que en el amor es obligado disimular es el último resorte del deseo que apunta a la bajada del gran Otro (A) en un pequeño otro (a).
¿Qué empuja a Alcibíades a desnudarse de ese modo, a revelar una verdad? Es la respuesta- interpretación de Sócrates, Tu deseo es más secreto que todo el desvelamiento que acabas de hacer, pues apunta a otro, a Agatón. Y para entender bien esta interpretación nos dice que es como si la búsqueda jadeante de Edipo de la verdad, que le llevará a su pérdida, fuera sólo para escaparse con Antígona. Es la manera de señalar donde está su deseo.
Sócrates sin saberlo designa así el deseo del sujeto. El deseo en su raíz es el deseo del Otro, resorte del nacimiento del amor, aquí Lacan nos recuerda su mito sobre el amor, el amor es lo que pasa en este objeto hacia el cual tendemos la mano por nuestro propio deseo y en el momento en que éste hace estallar el incendio, nos permite en un instante ver esta respuesta, la de esa otra mano que se tiende hacia nosotros como su deseo.
Es en la medida en que Sócrates desea y no lo sabe, y es el deseo del Otro, que Alcibíades está poseído por un amor, que Sócrates viene a designar como amor de transferencia, y a enviarlo a su verdadero deseo.