martes, 29 de septiembre de 2015

CONVERSACIONES MÍNIMAS



Una muy buena amiga me contaba ayer, el día después de las elecciones, lo siguiente. 
<<Mira tú la secuencia en el tiempo, cuando era adolescente y me preguntaban que de dónde era, contestaba siempre que de todas partes. No solo esta respuesta venía de mi pertenencia a una familia donde cada miembro provenía de diferentes provincias españolas, sino también de su residencia en lugares distintos de los de origen que me ubicaron como forastera. Este "de todas partes" me daba la libertad de movimiento para poder vivir en cualquier lugar, algo muy apreciable, y evidenciaba también la ausencia de sentimientos de identidad nacional. Con el trascurso del tiempo y la agudización de lo identitario, vine a variar la respuesta, ya no era de todas partes, sino "de ningún lugar", lo que venía a señalar la ausencia de identificación por pertenencia a... Y justo ahora me veo diciendo española, europea y catalana. Creo que en mi caso esto es un avance, pues es una manera de situarse en la comunidad de los hermanos.>>
Creo que tiene razón. Y su decir me ha hecho pensar sobre las identificaciones, identificaciones imaginarias que sostienen determinados fantasmas, y quiza verse española, europea y catalana, es más bien la identificación a un símbolo que aúna o pone juntas cosas diferentes.