jueves, 28 de julio de 2011

EXISTIR

Hablar del acto inaugural de la existencia del sujeto supone hablar del “dolor de existir”, pues estamos hablando de un advenimiento doloroso y estructural de un sujeto dividido, momento del trauma originario de toda existencia.

El ser humano por el hecho de ser un ser-hablante nace a la existencia como un sujeto dividido, es decir, no es Uno, no hay Unidad del Ser, es un sujeto justamente porque está dividido, lo que implica una separación radical de una parte de sí mismo, de ese sí mismo que uno hubiera podido ser para el Otro, esa parte separada y perdida para siempre y por eso mismo hermanada de por vida, pequeño otro que nos acompaña como un doble inaprensible.

En el origen pues un duelo original, y el nacimiento de un deseo que mueve a buscar reencontrarse con ese yo perdido e ideal, con esa parte de sí mismo gozosa, el deseo es una manera activa de superar ese primer traumatismo.

En realidad porque nuestra existencia subjetiva es una existencia sin causa, sin razón, es que nos resulta angustiante. El dolor de existir es eso que hay de más intolerable, la existencia reducida a ella misma, más allá de lo que puede sostenerla, o sea una existencia sin significación.

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