martes, 9 de agosto de 2011

"DE NADA"

Suelo empezar el día escuchando la radio. Creo que después de tanto tiempo puedo decir ya, que es un hábito. 
Hace unos días caí en la cuenta de que las personas invitadas a hablar, al ser despedidas por el presentador con un "gracias", ninguna respondía con un "de nada" sino que repetían "gracias". Así que desde entonces he seguido atenta y dicha observación sigue verificándose cada vez.

¿Qué pensar de esta curiosidad? Ya nadie contesta a las "gracias" recibidas con un "de nada".

¿Es que todo el mundo en este país da las gracias en respuesta a "gracias"?
"Gracias por dejarme hablar, gracias por su interés ya que me llama, gracias por ofrecerme un espacio para hablar, gracias por darme las gracias, gracias y gracias".

¿Qué supone el decir "de nada" que ya no se dice? El decir "de nada" supone hacerlo desde una posición, al menos, de autoreconocimiento del valor de la propia palabra, de autovaloración del decir propio, de un decir personal y particular. 

Si se nos da las gracias por haber aceptado hablar, porque no podemos reconocer que al hacerlo aceptamos también la importancia de nuestro decir y aceptamos que aquel que nos lo requiere nos está agradecido. Responder "de nada" es también reconocer al otro en su agradecimiento.

¿Es que no está bien reconocerse dando? ¿Es que las gracias sólo son para el amo? Si al "gracias" que recibimos no podemos contestar "de nada", no será que hacerlo nos coloca imaginariamente en esa posición de amo, con lo que el rechazo de esa posición, que supone el borramiento del decir "de nada", evidencia nuestra posición de alienación al odio contra el otro como amo, y nuestro imaginario de su goce sin límite.

Así que estamos en el padecimiento de la singularización. Singularizarse es decir aceptarse en su singularidad, implica hacerse amo más que de su palabra, de la gramática de sus frases, es decir de las palabras enlazadas en frases,  luego implica hacerse sujeto que dice en nombre propio y se dirige a otro. 

Responder "de nada" al "gracias" que un otro nos dirige, es responder  en nombre propio dando cuenta de nuestra singularidad. 

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