jueves, 4 de agosto de 2011

La potencia del deseo

LA POTENCIA DEL DESEO

El deseo se inicia al mismo tiempo que la existencia del sujeto, justamente podríamos decir que el C. de Edipo se cumple porque el deseo le precede. Existir como sujeto implica reprimir aquello que le objetiva.

El hábitat propio del ser humano es el hábitat simbólico. Somos esperados en el lugar donde algo falta, en el lugar faltante del deseo, lugar situado en el Otro, y donde somos extraños a nosotros mismos.
Así que desde un origen somos convocados a identificarnos con el objeto del deseo del Otro, ahora bien esta identificación primera es aniquiladora puesto que identificarse a algo que falta o que no existe es no existir, es hacerse equivalente a nada.

Esta identificación está en el orden del ser, convoca la cuestión del Ser y la Nada, “ser” eso que le falta al Otro y por eso su deseo nos invita a dicha identificación, la cual implica ser nada, y también la cuestión de Hamlet, Ser o No Ser, aceptar ser el objeto de deseo del Otro tiene como consecuencia el objetivarnos, anulados como sujetos, rechazar dicha identificación nos salva como sujeto pero a costa de una pérdida de ser, de un des-ser o de una falta-en-ser.

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