jueves, 9 de enero de 2014

CAPÍTULO V del seminario LA ANGUSTIA de LACAN




LO QUE ENGAÑA


Ciertas críticas al psicoanálisis se explican porque el psicoanálisis cuestiona el deseo de conocimiento, pero además el discurso psicoanalítico se emplaza en un más acá del momento de conocer.


Enojado Lacan con ciertas alusiones remarca que como analistas nuestra justificación como nuestro deber es el de mejorar la posición del sujeto. 
Y antes ha explicitado en relación al lugar del deseo en el proceso terapéutico, la cuestión de no coger una falsa vía, de no responder equivocadamente, cuando el deseo del analista está implicado en el fin perseguido al que no se aplica exactamente el concepto de “curación” tal y como se entiende. No dejemos de recordar que dentro de nuestra experiencia todas las preguntas son posibles y que es necesario conservar un cierto hilo que garantiza que no hacemos trampa con la verdad que es nuestro instrumento esencial.

 


En cuanto a la angustia no debemos olvidar que su lugar ocupado por el –ϕ constituye un cierto vacío, todo lo que puede manifestarse ahí puede desviarnos respecto a la función de  estructuración de este vacío.



1.- Retomará la interrogación sobre la angustia sin abandonar el punto de mira que nos ha ido dando. Nos dio tres puntos de referencia en la clase anterior, en los que la dimensión del Otro permanece dominante: la demanda del Otro, el goce del Otro, y el deseo del Otro teniendo en cuenta que es también el deseo que corresponde al analista en tanto que interviene en la experiencia. El analista está incluido, la angustia es una angustia que nos responde y que provocamos, con la que tenemos una relación determinante. 

Esta dimensión del Otro está presente en la angustia, dimensión presente incluso en las investigaciones y respuestas de laboratorio (Pavlov) sobre organismos animales como los perros, es decir el mismo investigador entra ahí como Otro, y no puede elidirse del resultado, para un perro esta dimensión está implicada en su relación a su amo. Basta el montaje que implica la investigación para que dicha dimensión del Otro está presente, sea cual sea el animal, dimensión de la cual nada sabe el sujeto en cuestión, el sujeto que somos de eso que le constituye como campo, no sabemos nada.


Es decir el sujeto supuesto saber (Selbstbewuβtsein) es una suposición tramposa, una ilusión, una fuente de error. Esta imagen del sujeto supuesto de conocimiento se inicia con el objeto captado del estadio del espejo, con la imagen del cuerpo propio, dado que el sujeto ahí, con júbilo, cree estar ante el objeto que le hace a él transparente. Por eso el conocimiento está ligado a la ilusión de esta experiencia, el objeto será construido y modelado a la imagen de esta relación a la imagen especular. Por eso es insuficiente, la aparición de este objeto puede introducirnos en otra dimensión, la de lo extraño, la de algo que no se puede captar. Ante esto el sujeto vacila y esta relación del sujeto al conocimiento es puesta en cuestión.


Este objeto es correlativo del reconocimiento de nuestra propia forma, , este conocimiento deja escapar algún resto de esta investidura primitiva de nuestro ser por el hecho de existir como cuerpo y es este residuo no imaginado (no formando parte de la imagen) del cuerpo el que vuelve por un rodeo, manifestándose en este lugar previsto para la falta, el que por no ser especularizable, irreparable, tiene que ver con la angustia.


Lacan utiliza el libro de Goldstein, La estructura del organismo, donde formula que el organismo en sus efectos relacionales funciona como una totalidad, y diferencia entre la reacción catastrófica y en su interior el fenómeno de la angustia, para hablar de esa primera reacción catastrófica, trauma primario, del desvalimiento, Hilfosigkeit, situación de peligro insuperable, angustia primera.


Las dos condiciones de la angustia: que el agujero aparezca en el campo objetivo, es el surgimiento de la falta bajo esta forma positiva lo que es fuente de angustia, y segunda condición que haya una demanda del Otro, Goldstein o el investigador que demanda la respuesta a la prueba (test).


Trae ahora a partir del libro de Jones la pesadilla, pues la angustia de la pesadilla se experimenta como la del goce del Otro, como la figura que da Jones del íncubo que sentado encima de nuestro cuerpo nos aplasta con todo el peso de su goce.

Este ser que pesa por su goce es también alguien que nos hace cuestionar, bajo la forma del enigma. Es la esfinge del inicio del mito de Edipo, de pesadilla y cuestionadora, figura que da idea de la dimensión de la demanda, el enigma de la esfinge es lo que precede al drama edípico. El enigma implica una pregunta en su forma más opaca, como lo es todo enigma, es decir bajo la forma de un significante.


2.- Lacan recuerda lo que nos ha dicho sobre el significante:

-el significante es una huella borrada

-se diferencia del signo el cual representa algo para alguien

-el significante representa al sujeto para otro significante



Nuestra relación a un objeto perdido es una relación angustiada, dónde podemos reencontrarlo, puesto que algo olvidado no quiere decir que no esté ahí sino que estando aún ahí no sabemos reconocerlo. Por eso Lacan nos va a poner el ejemplo del síntoma histérico y del obsesivo.


En la histeria con grandes síntomas, anestesias, parálisis, disminución del campo visual, escotomas, la angustia no aparece en la medida en que esas faltas no se conocen.

Hay algo en la obsesión, en el modo en el que el obsesivo trata el significante, ponerlo en duda, borrarlo, triturarlo, desmigarlo, buscando encontrar bajo el significante el signo (representar algo para alguien). Quiere volver a la etapa anterior, ir al origen, al signo.


Y Lacan nos recuerda que no solo el hombre, borra y opera con sus huellas, también los animales, incluso señalan y constituyen con ellas su territorio, las borran y hacen huellas falsas, pero no hacen significantes, hacer huellas falsas para hacernos creer que son falsas, hacer huellas falsamente falsas es participativo del significante.


Hacer creer que las huellas son falsas cuando son justamente las huellas de mi verdadero pasaje, ahí se presenta un sujeto, un sujeto que habla, hay ahí un sujeto como causa, causa original del sujeto, es la causa de una huella, un trazo, que se presenta como vacío y que se hace tomar por una falsa huella. Es el modo de situarse en el lugar del Otro en una cadena significante.

¿Qué quiere decir esto? Que en el origen lo que posibilita la emergencia del significante es apuntar a lo que el Otro real no sabe, él no sabía se enraíza  a él no debe saber. El significante revela el sujeto pero borrando su huella.

                                           

Hay primero el objeto a reencontrar  a       A   Y un A (Otro mayúscula)

Y en su intervalo aparece el ……..........S barrado…………….como tal como un no-sabido, es decir inconsciente (unbewuβt)



La existencia de la angustia está ligada a toda demanda, la cual es engañosa, en relación a lo que preserva el lugar del deseo, de ahí lo angustioso de llenar esta falsa demanda. No debe ser tomada al pie de la letra, lo que el niño demanda a la madre es esta relación presencia/ausencia (estructurada por el fort-da), que supone su primer dominio, en cambio cuando el llenar y colmar total es lo que hace surgir la angustia. Es la demanda la que indebidamente toma el lugar de lo que está escamoteado, el objeto a.



3.- Es la fórmula de la pulsión, S◊D, y en los neuróticos el fantasma, S◊a, se presenta privilegiadamente como S◊D. Es el término de Freud, el de pulsión, Trieb, que se diferencia del instinto, y de la necesidad, por ejemplo de alimentarse, la pulsión oral concierne a lo erógeno de la boca, a la pulsión oral el residuo que queda sin inversión es el pezón (y sus sustitutos).



El fantasma tiene el valor significante de la entrada del sujeto a la caza del objeto, que le va a llevar a una cadena infinita de significaciones llamada destino, y se le escapa que eso que se ha de encontrar es justamente el punto de partida, su modo de entrar en el significante.

Los primeros objetos, del pecho cortado (pezón) pasa de la demanda a la madre a la demanda de la madre, el escíbalo en relación a la zona erógena anal, el ano tiene una función de corte de un objeto, el escíbalo, con todo lo que puede llegar a representar, no sólo de don sino de identidad con este objeto.

Su valor de desecho designa su valor, lo importante, el lugar de un vacío donde vendrán otros objetos. Guardemos este lugar, interesándonos, como Pascal, por el deseo. El horror del vacío no es más que el horror por el deseo.





                                   

                                            








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