Aforismos sobre el amor
Antes de entrar en materia, Lacan indica la
dificultad de traducción del ruso, dado que en el capítulo anterior habló de
los terrores de Tchekhov, de los términos, terror, miedo horror etc. Y llega a
señalar la función del ne expletivo
(je crains qu’il ne vienne=temo que venga), la de representar al sujeto de la
enunciación, y no solo el sentimiento, entre el temor de que venga y la
esperanza de que no venga.
Entrando en materia se refiere de nuevo a la
oposición miedo y angustia, que no es sin objeto, retomando la frase de Freud
“la angustia es angustia ante alguna cosa”.
En la angustia el sujeto está concernido,
interesado, cogido en lo más íntimo de él mismo. Y es del lado de lo real lo
que hace que la angustia no engañe. A lo que apunta la angustia de lo real es
de lo que la angustia es señal.
Vuelve a repetir el proceso de subjetivación de
la división, e introduce que el sujeto mítico (S) prealable a la puesta en
marcha de la operación es el sujeto del goce, sólo aislable de esta manera
mítica. Así que nos lo añade en el primer piso de la división, marcado antes
por una X.
Así que ahora tenemos a la angustia entre el goce y el deseo.
Son los tres tiempos de la división. Y añade
que el goce no conocerá al Otro sino gracias al resto a. Y lo que adviene en el último es el sujeto dividido implicado en
el fantasma, donde él es uno de los términos que constituyen el soporte del
deseo.
(fórmula del fantasma)
Como
el término de esta operación es el sujeto dividido ya que el a es irreductible y no se puede operar
con él, y como la operación realizada es la relación a respecto a S lo que está interesado en el sujeto barrado. De esta
manera Lacan viene a sugerir que el a es
metáfora del sujeto del goce, pero esto no podría ser solo si el a fuese un significante (la metáfora es
la sustitución de un significante por otro, sustitución creadora de un nuevo
sentido). Pero justamente lo irreductible es lo no reductible al significante,
luego a no es un significante, y es
este resto que resiste lo que viene a constituir el fundamento del sujeto
deseante, no del goce, vía de búsqueda que no es del goce. Es al querer hacer
entrar el goce en el lugar del Otro, lugar del significante, que el sujeto se
precipita como deseante. Es la grieta entre el goce y el deseo y ahí que se
sitúa la angustia.
“El
tiempo de la angustia no está ausente de la constitución del deseo”,
“Franqueada la angustia, fundado sobre el tiempo de la angustia, es que el
deseo se constituye".
En
“Pegan a un niño” primer análisis de un fantasma por Freud, subraya el 2º
tiempo elidido en la constitución del fantasma que el análisis no puede más que
reconstruirlo.
Para
llevarnos a la cuestión en qué forma se encarna el objeto a del fantasma soporte del deseo, nos recuerda que el objeto cae
del sujeto en su relación al deseo.
Y es
porque el falo no solo es el instrumento del deseo sino su negativo que se
presenta en la función de a con el
signo menos. El punto del final de análisis de Freud, de la amenaza de
castración para el hombre y de la envidia del pene para la mujer, es posible
sobrepasarlo, es un límite para el análisis llevado en una cierta dirección.
Va
recordarnos lo planteado al final del anterior capítulo
--sobre
el masoquista y el sádico, lo que no es visto en su finalidad, el masoquista
apunta al goce del Otro y en último término a lo que apunta es a la angustia
del Otro, y en el sádico lo patente es que apunta a la angustia del Otro y lo
que queda enmascarado es el goce del Otro. Lo que en uno está oculto aparece en
el otro a nivel de su finalidad, es decir en el primero se oculta la angustia y
en el segundo el objeto a. No son
reversibles, uno el reverso del otro.
--sobre
el corte (Lo que cae , lo que es separable) lugar donde la angustia puede ser
esperada, que emerge
--el
ejemplo que muestra la conexión entre angustia y orgasmo, esa hoja que debe
entregar el candidato es el ejemplo de eso que puede ser para el sujeto durante
un instante el a.
Avanzará
ahora tomando algo del orden de la relación del deseo al goce. Si las analistas
mujeres parecen desplazarse mejor en el tema de la contratransferencia en sus
escritos teóricos, parece pues que la mujer entiende bien lo que es el deseo
del analista.
Retoma
el lugar de la angustia de medium del deseo al goce y apotará fórmulas
aforísticas:
--sólo
el amor permite al goce condescender al deseo
--en
el cuadro de la división se muestra que a
es el acceso al Otro y no al goce, es todo lo que queda de la entrada del
sujeto en el Otro
--cuando
el S vuelve a salir del Otro, es lo inconsciente, es decir el Otro barrado, lo
que importa es la relación de caída en que se encontrará en relación a ese a. Luego desear al Otro no es más que
desear a.
--Proponerme
como deseante es proponerme como falta de a
y es así como yo abro la puerta al goce de mi ser
--Toda
exigencia de a en el camino de
encontrar a la mujer no puede más que poner en marcha la angustia del Otro, en
el sentido de que mi deseo lo hace sólo a
(objeto), y es por esto que el amor-sublimación permite al goce condescender al
deseo.
--Lo
que el Otro quiere sobre esta vía que condesciende a mi deseo, es mi angustia.
Y es en tanto que ella quiere mi goce, es decir gozar de mí, que la mujer
suscita la angustia del hombre, porque no hay deseo realizable que no implique
la castración. Como se trata de goce, en que es ami ser que ella quiere, ella
sólo lo puede alcanzar aue castrándome.
Y deja
la cuestión de la mujer para el próximo día despues de decir que para ella
interesarse al objeto como objeto del deseo le supone menos complicaciones que
al hombre, en quien la angustia de castración es más intensa.
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