jueves, 24 de abril de 2014

CAPÍTULO XII Seminario La angustia



CAPÍTULO XII
Seminario La angustia

La angustia señal de lo real

“La angustia no es sin objeto” es la fórmula de Lacan, que sirve para desmontar el lugar común de la oposición miedo/angustia, cuando se dice que el miedo es ante un objeto, ante un peligro objetivo y como reacción adecuada. Toma como ejemplo los terrores relatados por Chejov, señalando la característica de la angustia ausente en los ejemplos relatados por dicho autor, que es la amenaza en la que el sujeto se halla concernido en lo más íntimo de sí mismo. 


Y también pone de manifiesto que su noción de objeto es distinta de la que manejan los autores de semejante lugar común, esa fórmula dibuja una relación subjetivada, es decir un objeto en relación a un sujeto marcado por la falta.
Cuestiona también la noción de peligro pues es la angustia misma la que avisa al sujeto, y al decir Freud que se trata de un peligro interno, sería algo ligado a una estructura a conservar, luego se trataría de una defensa, noción en la que ya la función de peligro estaría implicada. Para orientarse en la función de la angustia sólo la noción de real, en su opacidad en oposición al significante (ya se refirió a esto en el anterior capítulo), sirve pues eso ante lo que la angustia surge como señal es lo irreductible de lo real.

Para situar lo real vuelve como soporte al signo de la barra de la división. Proceso de subjetivación: el sujeto se constituye en el lugar del Otro, que como tesoro del significante está ya constituido y que espera al sujeto, todavía mítico, es decir no existente como tal. Sólo existirá como tal por el significante que en relación a él es constituyente.

operación de la división: en A cuantas vece S?
Este A (Otro) de la interrogación no será el mismo del resultado, marcado por la barra

Y el resto, lo irreductible del sujeto, el a, resto irreductible de la división para el advenimiento del sujeto.
El “a” no tiene común denominador, entre a y S, sería como poner a como numerador y S como denominador 

Este “a” como caída de la operación subjetiva lo reconocemos como objeto perdido. Y es esto lo que tiene que ver con el deseo y con la angustia. La angustia en un momento lógicamente anterior al del deseo.

La angustia entre x y deseo

X en el piso primero, que solo podemos nombrar retroactivamente, el otro (A) como diana donde el sujeto se ha de poner (en el lugar del Otro), el 2º piso de la angustia constitutivo de la función de “a” (Otro barrado, la falta en el Otro), y en el tercero está el sujeto barrado como sujeto de deseo.
Lo irreductible de “a” es del orden de la imagen, (la angustia que entra por los ojos). El paso de más que da <Edipo es el de ver lo que él ha hecho (gozar de la madre), esto hace que él vea al instante siguiente sus propios ojos en el suelo, los ve como objetos-causa. Habiendo perdido la vista se dice que se vuelve vidente. Lacan para tratar de dar cuenta de la angustia, trae también el caso de Sta Lucía y Sta Ágata, que portan sobre una bandeja, una los ojos, otra los pechos, presentados como objetos de nuestro deseo, estas imágenes no nos introducen en el orden de la angustia. Para que se dé, el sujeto ha de estar más íntimamente implicado, como el masoquista o sádico.
Ya sabemos lo que plantea Lacan respecto al masoquista, que su fantasma de ser el objeto de goce del Otro, enmascara lo que busca, la respuesta a esta caída esencial del sujeto en la miseria, el desecho, busca la repuesta en el Otro que es la angustia. Podríamos decir la angustia de Dios.
En el sádico la angustia está menos escondida, en la delantera de su fantasma que hace de la angustia de la víctima una condición necesaria. Pero esto mismo nos ha de hacer desconfiar. Está claro que para él la referencia al Otro es esencial, forma parte de su alcance. Y ¿qué busca? Lacan toma los textos de Sade (Los 120 dias..) para señalar que el trofeo supremo blandido indica que se busca el revés del sujeto (ponerlo al revés). Se trata del paso al exterior de lo que está escondido. Remarca el carácter instrumental de la función del agente, lo que le sustrae el alcance de su acción, salvo por un breve relámpago.
Con los dos masoquista y sádico nos muestra el juego de ocultación de la angustia y del objeto, llevados a un primer plano, uno a expensas del otro. Es el lazo radical de la angustia al objeto en tanto que cae, su función esencial de ser el resto del sujeto, resto como real (estatuto real de estos objetos)
Efectivamente la angustia aparece en la separación y esos objetos son separables, porque tienen ya el carácter de objetos enganchados.
Son objetos, como el pecho, ambi-receptores, subrayando con este término que es necesario articular la relación sujeto materno-pecho, como la del bebe al pecho. El corte no pasa para los dos  por el mismo sitio.
Para el siguiente capítulo la angustia en la vertiente del deseo y en la del goce.

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