CAPÍTULO X
SEMINARIO LA ANGUSTIA
De una falta irreductible al significante
Lacan continúa en este capítulo
planteando la función radical de la falta, a la que nos introduce la angustia.
Se trata de una falta irreductible, original o radical que no puede ser
significada, que no hay significante que venga a suplirla, de ahí el título de
este capítulo: “De una falta irreductible al significante”.
Nos va a conducir a lo irreductible de
la falta, a través de las figuras topológicas:
n
El toro para mostrar que hay estructuras que no
comportan el llenado del agujero
n
El corte en el cross-cap con la estructura del ocho
interior (banda de moebius), estructura irreductible, con una falta, el (a)
pieza faltante, falta que hace a la realidad del sujeto, que constituido en el
campo del Otro, de donde vendrá el significante, presentará un punto de falta-de-significante,
la barra misma.
Retoma el esquema óptico para mostrar
los dos modos en que el (a) en relación al Otro puede aparecer, gracias a la angustia
en cuanto es la señal de su aparición, y tomándolo en la relación
transferencia, en el caso del perverso y psicótico, o de otro modo en el caso
del neurótico. Y es esto lo que ilustra con el caso que presenta la psicoanalista
Margaret LITTLE en uno de sus artículos
.
1
Nos
recuerda que no hay falta en lo real, que la falta sólo es aprehensible por la
mediación de lo simbólico, de hecho es lo que define al símbolo que designa la
ausencia y presenta lo que no está ahí, una falta que el símbolo viene a
colmar.
Es
lo que nos muestra con su ejemplo de la biblioteca, donde se puede decir que en
un lugar concreto falta un libro, pero si en el libro faltan algunos gravados,
por no estar el libro no será que los grabados volverán a dicho libro.
Con
la topología quiso mostrar que la función del agujero no es unívoca, por eso
trae la figura del toro, una superficie donde se ve la diversidad del agujero.
A
la cuestión de cómo un agujero puede llenarse, siendo representable por el
estrechamiento de un círculo, cosa que no es posible en el toro, vemos según como
se dibujen, que se dan círculos no reducibles a cero, es decir que hay
estructuras que no comportan el llenado del agujero.
En
el cross cap tampoco hay círculos posibles reducibles a un punto cualquiera sea
el corte sobre la superficie.
Este
sería el dibujo del homólogo a nivel del cross cap, del corte que sobre el toro se repetiría así.
Al
igual que se dibujarían en el cross cap incluso si el corte pasase por el punto
privilegiado de corte (γ), lo que queda finalmente es una forma irreductible,
la del ocho interior.
El
cross cap es la manera de abordar una
falta irreductible, radical en el sentido de propia a la constitución de la
subjetividad. Eso perdido a la hora de la constitución del sujeto, solo podemos
aproximarnos si lo concebimos como un pedazo del cuerpo. Y Lacan nos recuerda
que en este origen a la existencia de la subjetividad, en el campo del Otro hay
algo que será de donde surgirá el significante y que se presenta (vicio de
estructura) como el punto “falta-de-significante”, La barra misma del sujeto
dividido y la que barra al Otro (posibilidad de simbolización y lugar del
discurso).
2
Respecto
a la falta, no será nunca algo del orden de lo intuitivo, pues es del orden
simbólico, nada falta que no sea del orden simbólico, mientras que la privación
es real. Algo que ya dijo en su seminario IV sobre la relación de objeto.
Castración simbólica y su objeto imaginario
(-ϕ)
Privación real “ “
“ simbólico (Φ)
Frustración imaginaria “ “ “
real
La
privación es real y como tal no vendrá a tocar la falta original, así también para
saber sobre la privación se requiere una cierta simbolización de lo que falta
(Φ). La castración es simbólica, simbolización en relación al Otro, y la falta
puede aparecer en el análisis, bajo la forma posible del falo imaginario, (-ϕ),
soporte imaginario de la castración.
Y
Lacan cuestiona el límite del análisis, castración y penis-neid, de Freud, ya
que no se planteaba la función original de la falta. Por eso retoma ahora el
corte del cross cap con las dos piezas, la banda de moebius y el (a) pieza
faltante.
La hormiga puede creer en todo su recorrido
que hay un revés cuando se trata de una misma cara.
Y
es porque falta esa pieza, el a, falta que hace a toda la realidad de la
hormiga. El ocho interior es completamente irreductible. Es una falta a la
que el símbolo no suple.
La
anulación y la negación, son la tentativa de reducir el significante a la
función de signo (obsesivo), y aunque apuntan a la falta no hacen nada más que
redoblar la función significante: cuanto más digo que eso no está ahí, más eso
está ahí. Es propio del significante borrar la huella, y más la borra, más la
huella insiste como significante.
En
el esquema óptico hay 2 modos en que puede aparecer el (a) en relación al Otro,
y si podemos alcanzarlos es justamente por la angustia, en cuanto que ella es
su señal.
Lacan
nos aclara, desmontando en el discurso analítico la paradoja de la angustia
como señal de un peligro y la defensa contra la angustia, que la defensa no es
contra la angustia sino contra eso de lo
que la angustia es señal. Se trata de la falta, de la que hay estructuras
diferentes:
- La falta de borde simple el de la relación a la imagen narcisista
- Y la del borde redoblado relativa al corte y que concierne al (a), con lo que tendremos que vérnoslas en el manejo de la transferencia.
En la relación que como Otro tenemos respecto al que
está en análisis, es que la cuestión del (a) se plantea.
La
relación transferencial gira en torno al (a), es lo que diferencia la posición
del sujeto respecto al (a), y la constitución de su deseo. En el perverso o en
el psicótico la relación del fantasma se instituye de tal forma que el (a) está
en su lugar, del lado de i
(a), incorporado en el analista como un cuerpo extraño, dado que siendo la
causa de su falta es lo más extraño al sujeto que habla.
En
la neurosis es bien diferente, algo aparece del lado de x, algo de su fantasma
que es un (a) y que sólo lo parece puesto que el objeto (a) es no
especularizable, aparece como sustituto.
3
En
este punto retoma del artículo de Margaret LITTLE[1],
el caso de un paciente que le llega de un análisis anterior, de éste critica la
contratransferencia, cómo el analista había interpretado lo que pasaba en su
inconsciente.
Y
Lacan tomando la cuestión del duelo,
de este paciente, esa madre muerta que no podría ver el éxito alcanzado por su
hijo, nos dedica unas líneas preciosas respecto al duelo, diciendo que no basta
con quedarse en la identificación al
objeto perdido, y añade que no estamos en duelo más que de alguien del que
podemos decir “yo era su falta”,
estamos en duelo de aquellos respecto a los cuales “no sabíamos” que cumplíamos la función “de estar en el lugar de su falta”. Cuando en el amor eso que dimos
que no tenemos, nos vuelve, entonces hay regresión y revelación de eso en lo
que hemos faltado a la persona para representar su falta. Este “ser su falta” creemos que podemos
traducirlo por “nosotros le hemos faltado”,
cuando es justamente por eso que le éramos tan preciados.
En
el caso que desarrolla de la cleptómana señala en la transferencia el punto de
angustia (de la analista) que es lo que designa en el análisis el lugar de la
falta. Y se abre para la paciente el captarse como una falta. Es la función del
corte lo que se pone en juego y es factor de progreso de la cura.
[1] Cf. Margaret Little : Le contre-transfert et la réponse
qu’y apporte le patient (1951) p.91, et « R » La réponse totale de l’analyste
aux besoins du patient (1956)
No hay comentarios:
Publicar un comentario