Georges
Didi-Huberman, director de estudios en l’Ecole des Hautes Études en Sciences
Sociales
Seminario: Sublevaciones ( Soulèvements )
SESIÓN I: “Lo que nos subleva” (Apuntes tomados de ella)
Vivimos en tiempos sombríos, como el título de un texto de Bertol
Bretch, al igual que Hannah Arendt tituló una conferencia suya, ambos exilados.
¿Cómo sacar la humanidad, pensamiento libre, poesía, de este
tiempo oscuro? Estamos en la oscuridad, ¿cómo salir de ella?, ¿cómo hacer para
ello? Y sí hay elección.
Uno puede esperar simplemente
intentando hacerse a esta situación, y a fuerza de hacerlo termina no esperando
nada, el horizonte temporal de espera desaparece también. Hay una palabra para
definir esto: sumisión. Uno se somete a la oscuridad y obedece al
oscurantismo. Lo que hay aquí es pulsión de muerte, la muerte del deseo.
Cita a Walter Benjamín en su texto: “Experiencia
y pobreza”, dice aproximadamente que por doquier las mejores mentes se hacen
una idea de la situación política (1934 la toma del poder por Hitler), y se
caracterizan por una falta total de ilusión y por una adhesión sin reservas.
Según Didi-Haberman, lo que señala no es tanto la falta de ilusión sino otra
cosa, el plegarse a una cierta inercia mortífera de la sumisión, que
puede ser melancólica o cínica o nihilista.
S. Freud antes de reconocer la
eficacidad de la pulsión de muerte, en su texto de 1920 “Más allá del principio
del placer”, había afirmado unos 20 años antes la indestructibilidad del deseo
(La interpretación de los sueños). ¡Ojalá fuera verdad! Pues ello supondría aun
en plena oscuridad, buscar ni que fuera una pequeña y tenue luz.
Didi-Haberman trae un ejemplo de la cultura:
el cante de las “carceleras”, un canto de los prisioneros, en la prisión el
horizonte que te sostiene puede ser una tenue luz así el “lucerito” de la brasa
de tu cigarrillo, como dice la letra de una carcelera. En esta situación la voz
es la vía real para desear, para dirigirse al otro, para exclamar el deseo que
agujerea muros y atraviesa espejos, llega a los otros presos, este lucerito es
capaz de guiarlos.
Hay tiempos sombríos, son tiempos de
plomo, donde nuestra capacidad de querer (la nuca) y de pensar (la frente)
están asfixiadas. Desear contra eso es la supervivencia del deseo en un espacio
concebido para anularlo, desear cobra un sentido contra la sumisión a partir de
alzarse, sublevarse.
Ejemplos mitológicos de revuelta
contra el poder de los Dioses, son los Titanes y las Titánides, los dos titanes
vencidos célebres por su sublevación contra la autoridad unilateral de lo
dioses del Olimpo, son Prometeo y Atlas, amigos de los mortales, que fueron
castigados, el primero a ser devorado su hígado por un águila,
el cual volvía a crecer por tanto un castigo sin fin. El segundo, Atlas
castigado y condenado a llevar todo el peso del cielo sobre sus espaldas.
Una significación de su sublevación
es que deseaban compartir el poder con los humanos. Incluso habiendo fracasado
han liberado algo para el género humano, transmitiéndoselo para compartirlo y
profanarlo, en el sentido que da Agamben en Profanaciones, el de dar a algo un
uso común, profano. Su transmisión es la de una parte crucial del saber de los amos,
Atlas la ciencia de la tierra y de las estrellas, Prometeo el saber manipular y
dominar el fuego. Es decir, han tenido éxito aun habiendo fracasado en la
confrontación con el poder, han logrado transmitir la potencia de un saber y de
un saber hacer indefinidamente prolongable. Quizá cabría pensar que esta
transmisión de saber ha dado los fundamentos para futuras confrontaciones.
En el espacio público, en el tiempo
de la historia Goya da una forma a esta exclamación de pulsión de vida con su
pintura del lumpen proletariado, lo que pasa cuando el obrero lanza su
herramienta al suelo y comienza brazos en alto a exclamar y clamar su revuelta,
gesto de sublevación que todos comprendemos.
Hay siempre y por todas partes gestos
de sublevación, gesto sin fin, y en este sentido soberano, como es soberano el
deseo mismo.
Deseo, Memorias, Imágenes, tres
tiempos de investigación sobre las sublevaciones. En la sublevación hay una
fuerza (quizá la del deseo, la potencia
del deseo) Y para que una forma se transmita hay que darle una forma, se
requiere la memoria y la imagen, es como en los sueños compuestos de imágenes
que portan la inscripción de la memoria, memoria inconsciente claro, necesaria
para que el deseo del sueño se transmita.
Hay una relación entre la sublevación
y la pérdida, el duelo de la pérdida nos inmoviliza, pero quizá pasa algo
respecto a la pérdida que nos aterra que nos haría desear. Ver en “La ausencia”
de Pierre Fédida, donde cuenta un caso, en el que se evidencia que el duelo realiza
simbólicamente el deseo, que le hace decir el duelo pone al mundo en movimiento.
-------Resto de la sesión 1 en la siguiente entrada.--------
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